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Keep walking: impossible is nothing

Estoy en un hogar de ancianos, funciona como hogar de ancianos, pero de alguna manera estamos otro niño y yo, yo también soy un niño, creo que es mí amigo, jugamos juntos. Tengo que escapar, tengo que salir de aquí, no sé porqué pero tengo que salir, tengo que salir. El hogar es gigante, pareciera no tener limites, aun cuando esta rodeado de un muro. Como siempre me dan asco los viejos, me dan asco sus enfermedades, quiero salir de aquí, ¿puede un niño saltar ese muro? me acerco, pero pareciera alejarse: así nunca lo voy a poder saltar. Camino, busco. Hay ancianos en sillas de ruedas, me hablan, algo me dicen sobre una celebración que hay hoy en el hogar, no quiero saber, no les quiero hablar, no quiero estar ahí. Este niño me dice algo de una salida, no confío en él pero lo sigo ¿qué tan amigos somos?, llegamos, después de mucho caminar, a una parte donde no hay muro, donde hay una salida que ni siquiera tiene reja. Está mi familia ahí. Conversamos. Quiero estar dentro, no me quiero ir con ellos, hay unos envases de bebida, de los retornables, no sé si ellos estaban tomando o si estaban en el suelo, pero ahí están, ellos no son del tipo de gente que bota basura, este niño toma uno de los envases, yo converso con mi familia, quieren que salga: ya se tienen que ir, yo me doy cuenta de que ya he estado antes aquí, y que era una situación desesperante, pero no la puedo recordar; quieren que vaya con ellos pero yo no, el niño me dice que se vuelve y empieza a saltar agarrando un envase por lo alto, como si fuera una cuerda que cuelga del techo, jugando. Le digo a mi familia que no voy, que me quedo, se van. Creo que no los volveré a ver por un tiempo. Yo tomo un envase e imito al niño, pero extrañamente me empiezo a colgar del envase, como si fuera una cuerda que cuelga del techo, como si pudiera volar aferrándome al envase, sigo saltando y avanzando y colgándome del gollete de la botella, empiezo a recordar que esto ya lo he hecho antes, que la forma correcta es saltar y llenar de aire los pulmones, y así se empieza a ascender, así que lo hago. Ya llegamos al patio grande donde se está preparando la celebración, hay muchos globos, los ancianos tienen incluso en las ruedas de sus sillas, yo quiero elevarme. No quiero estar ahí, así que salto, lleno mis pulmones, me aferro al boquete del envase, subo, pero se me empieza a acabar el aire y comienzo a bajar ¡no quiero eso!, respiro, subo, me duelen las manos por la fuerza que hago al agarrar el envase, entonces recuerdo que el envase es necesario sólo mientras se sube, que después se lo puede soltar, así que me esfuerzo, de alguna forma cuando yo aspiro aire el envase agarra la fuerza para subir, como si se llenara cual globo aerostático, así que respiro hondo y me las arreglo para que al respirar el envase no empiece a bajar, y subo y subo, y el niño sube por allá y luego un par de ancianos suben con los globos que tienen en sus sillas, están felices, y es realmente linda la imagen porque estamos todos felices, y como que dejo de lado el envase y me voy, me voy porque no quiero estar con ellos. Y vuelo libremente. Hasta que logro salir de ahí y no ver a nadie de ahí. Veo un área verde, un parque, que en realidad es una ciclovía que queda bastante cerca de mi casa, así que empiezo a bajar y aterrizo como si caminara, como si fuera lo más normal del mundo. Al levantar la vista me doy cuenta de que ella esta ahí, de que la he buscado sin darme cuenta a pesar de que va más de un año desde la última vez que nos vimos. Hablamos, me relajo totalmente, creo que ella también, la conversación es amena, como si nos hubiésemos seguido viendo, como si nunca hubiésemos perdido el contacto. Todo va demasiado bien. Despierto.

Me di cuenta al despertar de que ya lo había soñado, pero había llegado hasta el momento en que estábamos todos volando sobre el territorio del hogar. En el sueño anterior ella no estaba ahí. Ese lugar se parecía mucho a la Ciudad del niño, lugar donde pasé parte de de mi infancia porque mi madre trabajaba ahí, y tenían sala cuna y jardín infantil para los hijos de las trabajadoras. Pero eso me recuerda un horror mayor, eso me hace entender porque la desesperación por salir de ahí: El obsceno pájaro de la noche. En ese libro Donoso sitúa la Casa de ejercicios espirituales de la encarnación de la Chimba -un hogar de ancianos para nanas retiradas- en el sitio donde más tarde se construirá la Ciudad del niño. Horror: yo estaba en un hogar de ancianos para hombres. Quería salir de ahí. Más terrible aun cuando pienso que en el sueño el hogar y la Ciudad se parecían. Miedos de niñez. Mal. Entonces buscaba salir, pero rechazaba a mi familia, no sé porque. Quizás porque busco no acudir a ellos cuando tengo problemas "personales". Ese lugar, esa salida donde me los encontraba estaba en el mismo lugar que el de un tercer sueño que tuve, lo cual vuelve todo más raro, porque ese tercer sueño no tenía relación con el del hogar. Así que salía volando, eso ya lo había soñado la otra vez, ya sabía como hacerlo y aunque no me daba cuenta de que la situación era la misma lo recordaba. Lo cuatico es el final del sueño. Con esa chica no me veo hace por lo menos un año. No hablábamos hace meses. Y sin embargo estaba ahí y era una especie de símbolo de paz. Y todo iba bien.
Si yo interpretara sueños, y lo hiciera literalmente, diría que para salir de este caos personal tengo que buscarla a ella y todo iría bien. Pero yo no interpreto sueños... aunque de todas formas la busco.

Así que le converso por msn. Así que le tiro un par de palos suavecito, pero claramente. Así que le propongo que nos veamos. Ella acepta, ella dice bueno, ella propone una fecha cercana, que aprovechemos las vacaciones. Ante mi inevitable duda sobre qué hacer ella propone que vayamos al Santa Lucía a pasear, a almorzar. En respuesta le propongo que cada uno cocine para el otro, me justifico diciendo que es algo que he visto en numerosos animes y quisiera hacerlo. Me dice que lo encuentra tierno, que sí, que le gusta cocinar, que qué le voy a llevar. De inmediato se me antoja hacerle spetzels, pero no quiero prometer nada, porque sé que mi madre puede no dejarme hacerlos. Ahí veo, le digo. Fijamos fecha, hora y lugar para vernos. Nos enviamos besitos al despedirnos. 

Es el día. Es tarde. Se me hizo tarde comprando en la feria y aun no sé que le haré para almorzar. Y tengo que llevar ensalada también. Ella llevará el postre, ese fue el acuerdo, y sé que ella va a cumplir. Discuto con mi madre sobre que puedo cocinar. En el fondo a ella no le gusta que cocine, siempre lo niega, pero siempre me da problemas cuando digo "hoy quiero cocinar". Esta vez sabe que estoy cocinando para alguien más, se lo digo para que moleste un poco menos, pero no funciona. Le pregunto si tiene fideos, arroz, algo. Dice que no a  todo, que no sabe, que yo revise. No tengo tiempo para hacer los spetzels y creo que tampoco hay salsa de tomates siquiera para acompañarlos, así que doy de baja la idea. Reviso la despensa... nada, solo arroz. Reviso con que acompañar... nada. No sé que le pasa a la cocina hoydía pero está más pobre que nunca. Reviso el refrigerador, lo único que hay decente son unos churrascos crudos. Nunca he cocinado churrasco, pero creo que ante las circunstancias no queda otra. Le pido permiso a  mi madre para ocuparlos, se lo piensa largamente, con sus ojos vigilantes clavados en mi mano que los sostiene, y asiente. Saco la plancha, le pongo un poco de aceite, le  prendo fuego. Corto media cebolla, la sofrío hasta que esta realmente dorada, luego le echo una taza de arroz encima y agrego dos tazas de agua, dejo ahí. Lavo dos churrascos congelados, los echo a la plancha, los volteo, los volteo, los dejo estar. El olor de la carne me despierta el apetito. Suena el teléfono, es ella, me había llamado mientras yo no estaba, le explico que necesito retrasar la cosa por lo menos media hora, dice que entiende, que ella también, colgamos. Saco los churrascos, apago el arroz, el poco jugo que cae de la plancha lo echo en el arroz y esta se tiñe de café, mezclo, deposito en un pote, lo tapo. Plancho mi ropa a la rápida, no sé porque no lo hice ayer en la noche, no entiendo. Me baño a la rápida, siempre me ha gustado bañarme justo antes de salir, llegar con el pelo aun mojado, pero siempre me atrasa. Si me apuro llegaré a la hora que acordamos cuando aplazamos.
Salgo. Camino más que rápido al paradero, tomo la micro. Bajo corriendo las escaleras del metro, espero el carro impaciente. Subo. Bajo en República, estoy pasado apenas dos minutos. Nos quedamos de juntar en la boletería, pero ella no está. Sabía que esto iba a ser así, uno puede llegar tarde pero ellas se las arreglan para llegar más tarde que uno. Miro las mujeres ahí presentes, no es ninguna de ellas. No la veo hace más de un año, me da miedo que entre y no la reconozca, que entre y que no esté igual de bonita, que ponga mala cara al verme. Odio esto. Ni siquiera sé como vendrá vestida, no me puedo guiar por eso para reconocerla a la distancia. Pasan diez minutos. Me prometo que a los veinte me voy.
Llega a los quince. Trae una chaqueta celeste muy brillante, eso no me gusta, aunque su pelo brilla de un modo tan especial que le perdono todo. Nos saludamos. Está nerviosa. Me dice si podemos ir a su casa, que su madre me quiere conocer, que ya se cansó de que ella saliera con amigos y no conocer a ninguno. Entiendo lo que quiere decir a  la perfección, tanto que sé el tipo de "amigos" que ha mencionado y algo muy indeterminable me duele en el interior. Noto que no anda ni con un bolso ni con nada donde portar la comida, así que entiendo que la ha dejado en su casa. Me dice que es realmente cerca, que lo lamenta. Le digo que sí, que no hay problema, que vamos. Sé que nunca le he caído mal a los padres de nadie, así que no tengo miedo, pero eso no quiere decir que me sienta cómodo. No quería ir a su casa, ni conocer a sus padres. No me gusta la idea de que en cierta forma al hacer eso me integra un poco a su vida. Esto es un estamos viendo, una primera cita, no sé que tanto se presta para conocer a su familia. Nada es como uno quiere.
Me gusta el barrio, me gusta su casa, tiene un gran hall y sobre el segundo piso un vitral enorme que da una sensación de calidez muy agradable. Hablo un poco con su madre, ellas se parecen físicamente, aunque la hija es mucho más linda. No niego que la señora lo fuera en sus tiempos, pero actualmente la hija es mucho más linda y se nota de donde lo sacó. Supongo que me aprueba, por que no me mira con mala cara ni nada. Cinco minutos después salimos.

Cuando vamos camino al paradero de forma "natural" ella se alinea hacia el muro y yo hacia la calle. Lleva un bolso de los Rugrats, de Angélica, dice que lo trae porque el bolso es chico y está perfecto para el pote, pero que le da vergüenza, yo le digo que está bien, que me gusta el bolso, que de chico veía la serie y me gustaba, sonríe. Dejamos pasar un par de micros. Nos subimos a una particularmente vacía, buscamos asientos. Ella se sienta hacia la ventana sin preguntar. En realidad tengo la duda si lo hace inconscientemente o si es "machista" de su parte hacerlo. No estoy seguro de cual es la parada correcta, ella tampoco sabe, así que inevitablemente nos pasamos de largo. Decidimos cruzar por el lado de la feria artesanal del Santa Lucía, y mientras caminamos hacia allá pasamos sobre un segmento de calle que funciona en cierta forma como puente. Es justo en Carmen, donde hay una vía rápida para autos bajo el nivel de la Alameda. Me llama la atención que aunque es bastante peligroso meterse ahí, el  espacio de un  metro que queda entre la calle y el vació tiene pegados lienzos políticos. Le comento que un día me gustaría sentarme ahí y sacarme una foto, ocuparla para mi perfil en facebook. Hace ademán de sacar su celular, lo que significa que seguramente su equipo tiene cámara, pero se interrumpe, me pregunta porqué me gustaría una foto ahí. Le explico que realmente no lo sé, que simplemente me gustan las fotos en los bordes altos, en los semi-abismos, dejar el registro de ese peligro que se siente estar ahí

Hay que registrarse al entrar, con uno de los dos basta. Como lo he hecho siempre que he venido con una mujer acá, yo doy mis datos y ella pasa anónima. Le digo que quiero llegar hasta la cima, que nunca lo he hecho, me dice que le parece bien, que tiene ganas, que ella tampoco a decir verdad. Comenzamos a subir. Tomamos por la izquierda de la Pileta Neptuno, por la Subida de las niñas. Subimos, subimos, subimos. A ella le llama la atención una flor de la cual no sé el nombre, me lo pregunta, le digo que no sé, pero que es bonito el tono rojo que tiene, que debe ser una planta que es capaz de crecer en lugares difíciles o hasta áridos, porque allí donde crece es entre piedras. Le digo puras cosas inútiles a decir verdad, pero ¿porqué habría de saberme los nombres de las flores?. Cuando ya estamos por llegar a una terraza nos detenemos a descansar un poco y miramos una compañía de scouts que pulula un poco más abajo. La jefa le está enseñando los nombres de los árboles nativos a los lobatos, les muestra un árbol y trata de que se los aprendan. Seguramente se lo preguntarán en alguna prueba más adelante. Hay un par de mamás con la compañía, una lleva un bebe de a lo más un año en sus brazos, un niñito muy lindo. Se lo hago notar a ella, me dice que sí, que es muy lindo. Y me quedo mirándolo, y le digo:
-Pensar que mi hijo ya debe tener esa edad.
Y a ella se le cae el rostro, realmente no se esperaba que le dijera eso. Pero no puedo contener la risa, así que entiende que estaba bromeando. Me golpea el brazo suavemente. Nos reímos. Le propongo que sigamos subiendo, que por fin lleguemos a la cima, al mirador. Así que continuamos.
La escalera para subir al mirador comienza justo al lado del Jardín Darwin, es muy angosta, con suerte debe caber una persona a sus anchas, porque dos no caben, creo. Cuando vamos a empezar a subir nos damos cuenta de que viene bajando una señora, así que esperamos que termine de bajar porque no queremos encuentros torpes a media subida. Cortésmente la dejo subir a ella primero, descortésmente aprovecho la vista. Justo en el tramo de escalera que da a la placa con la cita de Darwin topamos con una pareja que viene bajando, comenzamos a reírnos de las cosas inevitables de la vida y la pareja nos mira raro.
Deben haber unas cuatro o cinco parejas en el mirador. Contemplamos. Conversamos un poco sobre lo raro que es el hecho de que todo se ve distinto en altura, y de lo lejos que se alcanza a ver. Le comento que en el Popol-vuh cuentan que los primeros cuatro hombres tenían visión ilimitada y que luego los dioses les redujeron la visión, justo al revés de la versión cristiana de la Creación. Le saco una sonrisa, me dice que no lo sabía, que no ha leído el libro. Se levanta un poco de viento.
Me he dado cuenta de que últimamente me gustan las chicas que usan lentes,  no sé porque pero cada chica en la que me fijo usa lentes. Sé que ella también usa, aunque no los trae puestos. Decido probar qué tan corta de vista es. Le pregunto si puede leer el cartel -de una marca de fideos- que hay en la azotea de un edificio. Me mira, lo mira, se concentra, parpadea, y finalmente me dice el nombre de la marca. Me río.

-Ya ¿y puedes leer el eslogan que está escrito bajo el nombre?
-A ver... mmm... ¿para la mamá?
-¡Anday puro haciendo trampa! Dice: "pasta de mamá".

Y reímos.

-Que lata que la gente no vea las cosas de la misma forma.
-¿Cómo así? -digo.
-Sí pos, todo el mundo ve las cosas filtrándolas a su propia manera, ni aunque dos personas quieran van a poder ver algo de la misma forma, siempre van a haber matices.
-Ya... ¿por ser?
-Por ejemplo... tu y yo no vemos ese edificio de la misma forma.
-Obvio: tu lo veis borroso.

Y reímos, y me golpea el brazo suavemente. Callamos, cambiamos de lugar para tener otra vista. Saca el celular, saca fotos de paisajes. Recuerdo la canción de Teleradio Donoso, me pregunto si estará pensando en qué debe decir. Me gusta la idea de esa canción, lo de aislarse, lo de cansarse de ser humano, lo de volver a amarse.

-¿Te gusta Amar en el campo?
-¿La canción de Teleradio?
-Sí.
-Sí, no soy fanática del grupo, pero me gusta.
-Es que estaba pensando en eso de aislarse, viste que en una parte él pregunta cuantos kilómetros bastarán para amar en el campo.
-Sí...
-Estaba pensando que en la ciudad también te podís aislar, o sea, los parques y todo eso... al final es tener la voluntad.
-Sí, puede ser, depende de la compañía no mas.
-Sí, demás. Lo otro es eso de "me estoy cansando de mi humanidad".
-Ya...
-Me recuerda un verso de Neruda, de Walking around, creo que así se llama el poema, dice algo parecido, y que le gustaría asustar a un notario con un lirio o algo así.
-No sé, no lo he leído. Igual no suena mal.
-Sí...
Ne le digo que aquí, en este silencio a pesar del ruido, en pleno centro de la capital, se siente como si estuviéramos en otro lado, que estoy relajado. Aunque sé que tengo que volver a leer las Residencias me sorprende que no conozca ese poema. Se levanta viento. Le propongo que bajemos.
Hay un puentecito que a la Plaza Pedro de Valdivia y nos tinca cruzarlo, además no conozco esa parte del cerro.
-¿Bajo yo primero?
-¿Porqué? -pregunta.
-Es que son como resbalosos estos escalones de piedra, y si es que me caigo no quiero caerme encima tuyo.
-Ah, entonces bueno.
No le digo que sé que no voy a caerme aunque me resbale, porque desde chico aprendí a aferrarme a los pasamanos precisamente por eso. Tampoco le digo que en realidad lo hago porque si ella se cae caería encima mío, y en el fondo no le pasaría nada a ella.  Me sorprende que la escalera esté tan malditamente pensada que la única forma de llegar al puentecito es bajando sólo por esos escalones de piedra, mientras que para llegar a otras partes hay tramos de otros materiales. Le comento que bajar esos escalones en un día de lluvia debe ser una mierda. Se ríe bastante.
La plaza no nos parece un buen lugar para almorzar, hay mucha gente y las bancas no nos resultan llamativas, así que decidimos bajar, porque por ese mismo sector, pero más abajo, hay otra parte que no conozco. En la escalera topamos con dos mujeres que se están sacando fotos. Unos escalones más abajo nos miramos con unos ojos que quieren decir "¿cachaste que eran lelas?". A ella tampoco le molesta, ella también está de acuerdo con el matrimonio gay, pero tampoco sabe si es correcta la adopción. Bien, supongo.
Al llegar al camino de adoquines tomamos hacia la izquierda, porqué -aunque nos desorientamos un poco- estoy seguro de que hacia la derecha llegaríamos a una parte en la que ya estuvimos. Pasamos por al lado de un edificio naranjo, ninguno de los dos sabe qué es. Me acerco a la reja, le leo: "Observatorio sismológico". Llegamos al Jardín circular, ese sí nos gusta como lugar para almorzar, es piolita, hay poca gente y además hay un perro que se parece al Washington de Condorito.
Nos sentamos en uno de los bancos que hay al lado de la pileta. Sacamos los almuerzos, los cambiamos. Le paso el pote abierto, al menos no pone mala cara al recibirlo. Ella me pasa un pote más grande que el que yo le pasé, pero con menos comida. Es un arroz mezclado con muchas cosas, tiene muchos colores. Me gusta como luce. Probamos, a ambos nos gusta. Le pido perdón por no haber podido hacer la ensalada, ella me dice que no importa, que entiende, pero que ella sí trajo el postre. Lo saca del bolsito, lo abre, me alcanza una cucharita y me dice que pruebe. Es crema sobre manjar, aunque no tiene la textura del manjar, sino que es mucho más suave. Le pregunto qué es, pero no me dice, sólo me dice que su madre lo ha preparado, le digo que ella tiene buena mano.
Lo que me preparo es arroz con atún, acelga, zanahoria, etc. Me pregunta si me gusto su invento, le digo que sí, que está rico. Me relaja el sonido del agua. Miro la reja del edificio que tiene detrás, le digo que se llama Castillo Hidalgo, estamos un rato hablando sobre eso de tener castillos en pleno Santiago, y sobre su posible uso como centro de eventos. Abrimos el postre, yo saco una cucharita que lleve, me dice que coma tranquilo. Al poco me doy cuenta de que casi no está comiendo así que la hostigo para que coma a mi ritmo. No le queda otra que hacerlo.
Cuando terminamos de comer confieso que estoy muerto de ganas de ir al baño. Por suerte ella también. Caminamos rápidamente por los adoquines. Le comento que me gustan los adoquines, que me gusta que estos tengan pasto o musgo  creciendo entre medio, que ojala hubiesen más calles con adoquines, divertida me pregunta porqué y le doy la respuesta más obvia: porque me gustan.
Previsiblemente me demoro menos que ella en el baño, aunque trato de demorarme. Mientras la espero siento ganas de fumar, pero por suerte no ando con  ninguno. Cuando sale pregunta qué hay subiendo las escaleras, y como no lo sé le digo que subamos. Así llegamos a la Terraza Caupolicán. Nos sentamos en una banca y al poco rato ella se acurruca a mi lado, yo me orillo para hacerle espacio, ella reposa su cabeza en una de mis piernas, empiezo a pasarle mis dedos entre sus cabellos. Callamos. Alrededor nuestro hay muchas parejas besándose. Sé que es el momento perfecto, que sólo tengo que inclinarme y besarla, que cuando le conté a mis amigos que veníamos acá me dijeron que a este cerro se viene a puro tirar, pero la verdad es que no tengo ganas por ahora, así que dejo que el tiempo pase solo. Transcurren al menos veinte minutos hasta que me pregunta en que estoy pensando.

-En los eslogans.
-Ya ¿vay a seguir molestándome?
-No, sin lesearte: hay eslogans que me gustan mucho.
-¿Como cuál?
-Por ser el de Jhonnie Walker.
-¿Qué dice?
-"Keep Walking", sigue caminando. Me gusta porque los comerciales son motivantes, como que de verdad te invitan a seguir adelante, a perseguir lo tuyo.
-Sí, si he visto algunos. A mi me gusta el que ocupo Adidas un tiempo atrás.
-¿Cuál, "Impossible is nothing"?
-Sí, ¿cómo supiste?
-Es que a mi también me gusta.
-Mmm... como que los dos van en la misma línea.
-Sí, es que igual sería raro si es que se fueran al extremo contrario, si en vez de ser tira' pa arriba fueran derrotistas.
-No, demás po, eso no se puede.
-No creai, la otra vez escuchaba en la radio una discusión sobre marcas y eslogans...
-Ya... ¿qué radio escuchay tu?
-No sé, pero era un programa que hace el Federico Sánchez.
-Ah, me cae bien él.
-A mi también. Bueno y en el programa decían que en un país europeo una marca se había cansado de tratar de ser los primeros y se publicitaban como los segundos.
-No entendí.
-A ver... es como... ¿te lo explico con el abecedario?
-Ya ¿y con manzanas también? ¡Pesao que seay!
-No pos, mirá: ponte tu que de bebidas existieran marcas de la A a la Z, y que la A fuera la mejor y la Z la peor.
-En degrade, ¿cierto?
-Sí. Y la marca B se cansa de tratar de ser la A y empieza a publicitarse onda... "B: la mejor b" o "B: los mejores segundos".
-Penca igual.
-Sí, pero igual choro asumirse.
-Es que... o sea, igual está bien asumirlo, pero es derrotista que ese sea tu eslogan, que como marca proyectes eso...
-Claro...
Después de una mirada al reloj le consulto si comenzamos a bajar. Dice que bueno, se sienta, se arregla el pelo y nos paramos. Comenzamos a bajar, hablamos de cualquier tontera. Para llegar a la Terraza Neptuno bajamos por la otra escalera, la que no ocupamos para subir, y gracias a este cambio veo la placa de piedra que hace mención a la fuente de agua, donde la cataloga de "fuente mágica" , y te recomiendan cerrar los ojos y lanzar un moneda mientras pides un deseo, te lo recomienda la Make a wish foundation. Se lo hago notar, ella me pregunta si sé que fundación es esa, si la había oído antes. Le digo que no, pero que me hace desconfiar, que por un lado es bueno que te "certifiquen" que es una fuente mágica, pero el hecho de que haya una fundación detrás me hace dudar.

-¿Dudar de qué?
-De lo que pasa con esa plata.
-¿Cómo?
-Fíjate: no hay plata en el fondo de la fuente, eso quiere decir que alguien la saca.
-Bueno, quizás los de la fundación sacan las monedas y luego hacen feliz a alguien con la plata que juntan.
-Ya, pero ni aunque lo hiciera Farkas sería perdonable... ¿nunca viste Los Goonies?
-No.
-En esa peli un grupo de cabros chicos se meten a la parte de atrás de una fuente de deseos y hay un cerro de monedas, pero se dan cuenta de que no las pueden sacar porque son los deseos de alguien más, es la esperanza de alguien.
-¿Y querís que la plata se pierda?
-No... no sé en realidad.

Decidimos que la iré a dejar caminando a pie, que queremos demorarnos otro rato. Caminamos por la Alameda, cuando estamos llegando a Ahumada la conversación me lleva a ofrecerle un helado. Entramos en el McDonald's Ahumada, pedimos dos Mcflurrys, pago con la tarjeta, subimos. Nos sentamos en un lugar demasiado expuesto para mi gusto, pero es uno de los pocos lugares vacios. Hablamos de nuestras familias. Me cuenta que sus padres se separaron hace unos meses, que a ella y a su hermano chico les ha costado un kilo lidiar con eso, que es raro acostumbrarse, que a veces duerme en el departamento de su papá en la semana. Me pregunta por algo fuerte que haya pasado en mi familia, yo le aclaro altiro que no me gusta hablar de mi familia, que me pone de mal humor, pero le cuento que cuando tenía cerca de diez años mi hermano mayor, Daniel, se fue de la casa, de un día para el otro, así: sin avisar. Agrego que después supimos que había dejado embarazada a su polola, que ahora viven en el sur, con la familia de ella, que escasamente lo veo dos veces al año, y si es que.
Cambiamos de tema. Me cuenta que una vez, para un cumpleaños, pidió que le regalaran la manicure, y que llegando a su casa se puso a lavar loza, así que la manicure se le fue  a la mierda, y que al día siguiente la llevaron a hacérsela de nuevo, y que esa vez sí la cuido, mucho. Yo hago preguntas de vez en cuando, para demostrar atención, y trato de hacer comentarios divertidos, para que sienta que no habla en balde, pero hace un rato ya que estoy aburrido, que me quiero ir, llegar a mi casa y descansar, así que al poco de terminar los helados le digo si caminamos. Y nos vamos.
No nos vamos por la alameda, sino que por alguna calle interior. Me cuenta que mañana es el cumpleaños de una de sus amigas, que se van a juntar un grupo más o menos y que van a ir a algún bar, que van a hacer la previa en una plaza cerca de la casa de su amiga, me pregunta si quiero ir. Yo le digo que sí, pero -y esto lo invento- que tengo una prueba muy importante el lunes y que no sé si mis padres me dejarán salir mañana en la noche, porque significaría que estudiaría poco el domingo, así que la verdad-la verdad, no sé si me dejarán salir. Esta chica tiene algo especial, pero por ahora no la quiero volver a ver, al menos no pronto.
Para no tener que comprar cigarros saco dos chicles de menta y comienzo a masticar uno, le ofrezco el otro a ella y rápidamente estamos compitiendo para ver quién hace el globo más grande. Cuando llegamos a su casa pasamos de largo un poco más de media cuadra y nos sentamos en los escalones de una casona.
Me cuenta de su ex-novio, Diego, que terminaron hace poco más de un mes, que él le fue infiel, que le hacía a la marihuana y eso a ella no le gustaba, que todavía anda detrás de ella, que de alguna forma le cae bien a su madre. Me carga que me hable de eso, creo que eso no se hace hasta... no sé la tercera cita o después: es un tema odioso. Yo estoy a punto de contarle mi último fracaso, pero me doy cuenta de que no estoy listo para hablar de eso, para narrarlo en pasado. Como sé que no debo estarme callado empiezo a pedirle detalles sobre su rompimiento, sobre porqué él le cae tan bien a su madre, le pregunto dónde conoció a la gringa con que la gorreó. Responde bajando cada vez más la voz, pero me cuenta cada maldito detalle que le he pedido, cada uno. Una parte de mí está contenta por haberle revivido ese dolor. Suena su celular, es su madre apurándola, se tiene que ir. Nos despedimos, caminamos en direcciones contrarias.
Me volteo a mirarla alejarse. Yo nunca hago esto, nunca le doy una segunda oportunidad a nadie, pero siento que ella tiene algo. Volteo antes de que ella pueda hacerlo y tenga la posibilidad de verme mirándola, sigo caminando. Quizás en un futuro próximo, me digo.
En el paradero se me acerca un perro con una pata quebrada. Es negro, con un super lindo pelaje brillante. Me resulta raro porque la pata rota es una de las delanteras, y estoy acostumbrado a que los perros vagos tengan patas traseras rotas, pero no delanteras. No tengo nada para darle de comer, tampoco hay un carro de sopaipillas para poder comprarle una. Me gusta. Me da pena, pero así y todo igual no le hago cariño: nunca le hago cariño a los perros de la calle, no entiendo como la gente puede hacerlo. A los gatos vagabundo sí, pero no a los perros.
Subo a la micro, pago, me siento, apoyo la cabeza en el vidrio. Sé que mañana la voy a llamar y le voy a decir que mis padres no me dejaron salir por la prueba que le invente. Esta chica tiene algo, pero no estoy listo, no todavía. Tengo que despejarme, tratar por otros lados. Lo importante es no parar, no bajonearme, no caer otra vez.
I just need keep walking, me digo, just keep walking. 


................................
F
..............
I
......
N
...
.

Este cuento lo empece a escribir hace más de un mes.
La estructura, los episodios, los dialogos se han mantenido durante aquel tiempo, pero los he ido trabajando más y más.
Además lo escribí a mano y luego vino el largo proceso de tipear eso, lo cual resulto muy... ¡muy pajero!
Es un cuento muy largo, quizás demasiado para mi gusto. Es el cuento más largo que he escrito hasta ahora :P
En relación a otros cuento mios... me gusta y no me gusta. Me gusta como quedo, el tiempo que me doy para desarrollar algunas cosas que le suceden al protagoniosta y el hecho de porfin haber introducido dialogos en el relato, hasta ahora nunca había escrito algo que tuviera dialogos ¿lo habían notado?. No me gusta porque comparativamente es más largo, los otros tenían un afán más reductistas. Estoy pensando mucho en Bonsái y no puedo dejar de pensar que debería sacarle un montón de cosas -¿pero cuáles?- a este cuento y abreviarlo un poco, podarlo por aquí y por allá y que le deje más espacios de indeterminación al lector. Creo que es demasiado realista y que hay descripciones que tienden a aburrir. No lo sé quizás debería haber explotado más el tema onírico del inicio, no estoy seguro.
Sin embargo me gusta como está, por algo lo publico. Una parte de mi cree que dice todo lo que debería decir, todo lo necesario.

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Este cuento es una continuación de mi cuento Podando árboles
Esto inicia en Plaza Baquedano el principio del exodo
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Se me han ocurrido dos variables de continuación para este cuento. Empece a escribir las dos, pero no he terminado ninguna, en ambas se me corto la inspiracion, sin embargo creo que terminare ambas. Al principio pense en dejar solo una -es que son muy distintas- pero más tarde vi que podían ir una detrás de la otra, así que en el fondo tengo en mente la continuación de este cuenta y su respectiva continuación. Las subire cuando esten listas.


Al momento de publicar este cuento:
llevo 200 entradas publicadas
y 1200 visitas.



bye

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Recopilación de insultos chilenos

La siguiente entrada ha sido el fruto de una ardua investigación lingüística de la que no estoy muy seguro de sentirme orgulloso,  pero que asumí con alegría y voluntad. Esas palabras soeces, esas coprolalias, esos garabatos, esas expresiones hirientes que posee el chileno quedan aquí recopiladas. Y a raíz de un trabajo para el electivo de lenguaje me nació la iniciativa de dar el significado de estas expresiones/garabatos. El resultado es el siguiente: Nombres para el pen e (muy pocos comparados con los cientos existentes): pico, verga, cipote, manguaco, pichulon, pichula (pixula), tula, pajarito, penedol, guañaño, bistec con bigotes, callampa, pija, pit, diminutivo del nombre del poseedor (Ej: Juan llama a su pene “Juanito”), dedo sin uña, el dedo 21, el verdadero cerebro de los hombres, dedo sin hueso, la sin hueso. Nombres para la vagin a (muy pocos comparados con los cientos existentes): chota (xota), zorra, vulva, tajo sangrante, coño, chirla (xirla), sonrisa vertical. _

Poema XIV, Pablo Neruda

He aquí un buen poema: "Juegas todos los días con la luz del universo. Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua. Eres más que esta blanca cabecita que aprieto como un racimo entre mis manos cada día. A nadie te pareces desde que yo te amo. Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas. Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur? Ah déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no existías. De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada. El cielo es una red cuajada de peces sombríos. Aquí vienen a dar todos los vientos, todos. Se desviste la lluvia. Pasan huyendo los pájaros. El viento. El viento. Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres. El temporal arremolina hojas oscuras y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo. Tú estás aquí. Ah tú no huyes. Tú me responderás hasta el último grito. Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo. Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos. Ahora, ahora también,

Tropos- Oliverio Girondo

"Toco toco poros amarras calas toco teclas de nervios muelles tejidos que me tocan cicatrices cenizas trópicos vientres toco solos solos resacas estertores toco y mastoco y nada Prefiguras de ausencia inconsistentes tropos qué tú qué qué qué quenas qué hondonadas qué máscaras qué soledades huecas qué sí qué no qué sino que me destempla el toque qué reflejos qué fondos qué materiales brujos qué llaves qué ingredientes nocturnos qué fallebas heladas que no abren qué nada toco en todo " ................. .... Entonces el análisis, desde el título en adelante, fue más o menos así:   Tropos significa desviación. El texto se desvía hacia distintas realidades. Toco poros, poros, piel, cuerpo. Amarra , cuerda, tejido, (metonimia etimológica), texto. (El texto exploras la sensibilidad desviándose respecto a su objeto inicial: el cuerpo) Calas , flor, (metáfora tradicional), poesía. La cala es una flor emblemática del art nouveau,