Lo nuevo en DC Rebirth
Una ola de luz blanca va consumiendo los universos, las tierras infinitas que forman la gran realidad unificada de los cómics de la editorial DC están desapareciendo. Un villano, el Antimonitor, está consumiendo realidades a ritmo acelerado. El año es 1985. Los héroes triunfan.
Una ola de luz blanca va consumiendo los universos, las tierras infinitas que forman la gran realidad unificada de los cómics de la editorial DC están desapareciendo. Un villano, el Antimonitor, está consumiendo realidades a ritmo acelerado. El año es 1985. Los héroes triunfan.
Un
(anti)héroe llamado Comediante es arrojado por la ventana de un edificio. Su
chapita –the button- de un smile amarillo, cae al suelo, con una gota de sangre
encima. Es una realidad distinta a la de Flash y Batman, 12 números de un cómic
publicado por la misma DC pero en “otro universo” distinto al de los héroes. El
año es 1986.
31
años después the button aparece en la baticueva. Batman acerca la chapita a la
máscara del sicopirata –que ayudó tanto al Antimonitor en 1985- y un destello
de luz ocurre.
Flash
corre más rápido que el tiempo, viaja al pasado, salva la vida de su madre,
vuelve al presente y todo ha cambiado. Bruce Wayne nunca se convirtió en
Batman, pero su padre sí. Thomas Wayne ayuda a Flash a matar a Reverse Flash. El año es 2011.
Reverse Flash sostiene la chapita del comediante en la baticueva, Ha vuelto. Comienza a golpear a Batman a super velocidad. El cómic se descompone a un segundo por viñeta. Flash llegará en un minuto. El murciélago tiene que aguantar solo sesenta segundos contra un villano al que le sobra el tiempo. Sesenta viñetas de violencia. El año es 2017. Nueve cuadros por página, tal como hace 31 años.
Todo remite a todo.
Cuando
Batman y Flash se adentran en las dimensiones paralelas para buscar respuestas,
sienten la luz blanca consumiendo los mundos. Algo ha vuelto. Algo puso the
button en la baticueva. Alguien juega con los significados de las sagas que han
enfrentado los héroes durante las últimas 3 décadas. Enlazando eventos que
borran realidades. Enlazando cómics de distintos autores, en diferentes épocas.
4
números tiene The button. Dos en la revista Batman, dos en Flash. Ambos héroes
se ayudan a sanar el remesón a sus realidades que significaron los viajes del corredor
escarlata en Flashpoint, durante el 2011. Batman habla con su padre, quien le
pide que encuentre la felicidad y deje de “ser batman”. Flash comprende que no
fue él quien afecto la realidad al regresar de la paradoja Flashpoint. Una mano
azul guía los hilos.
El
reloj del juicio final, que avanzaba una hora en cada una de las doce entregas
de Watchmen, ahora anuncia que en noviembre Superman abrirá la saga que tendrá
las respuestas. Las preguntas han sido puestas sobre la mesa, justo después de
que the button fuera puesto en la baticueva.
El
guionista Joshua Williamson actualiza así la creación de Alan Moore,
introduciendo the button el universo de los héroes habituales. Haciendo que los
lectores tengan meses para especular cómo el dios azul creado por el autor
inglés ha jugado con el universo de los cómics. Eso ni siquiera había sido
posible durante el 2012, cuando se publicaron las series Antes de Watchmen, que
pretendían dotar de mayor trasfondo la sórdida historia de anti héroes de
Moore.
En
2007 Los Simpsons ya bromeaban sobre las reversiones infinitas que hacen las
grandes editoriales de las escasas buenas historias originales. En el episodio Husbands and knieves Milhouse le pide al
mismísimo Alan Moore que firme su ejemplar de “Bebés Watchmen en V de
vacaciones” ante lo cual el guionista estalla en cólera contra las grandes
editoriales y la manera en que pervierten las historias. Pero The button viene
a confirmar que la crítica de Moore no es vacía, que su alejamiento del cómic y
rechazo a participar de las adaptaciones de sus creaciones tienen un asidero
moral al que vale la pena aferrase. Un llamado a conservar la integridad de lo
que Walter Benjamin llama el “aura” de las creaciones artísticas.
En
el último tiempo ha sido habitual que las casas editoriales reciclen antiguas
ideas para exprimir alguna variable sin resolver, dar un giro más a alguna
tuerca que cierre sentido, agregando material sobre material porque cabe y al
ser producto probado las ganancias van casi aseguradas. Es el caso de Civil War
2 en Marvel. O la adaptación cinematográfica de La broma asesina (1988) que se
hizo el 2016, también del mismo Moore. Hay una negación a arriesgarse creando
material nuevo, producida en parte porque autores como Moore o Morrison
tensaron tanto lo que se podía hacer con los cómics que ahora a los creativos
les cuesta descubrir lo nuevo.
Este
agotamiento de creaciones originales nos deja la sensación de que ahora más que
nunca hay una crisis en las tierras infinitas.
bye
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