Tinta
roja, novela del periodista chileno Alberto Fuguet, tiene como protagonista a Alfonso Fernández. La
narración principal transcurre en la juventud de Fernández, cuando hizo su
práctica en el diario El Clamor bajo
la tutela de Saúl Faúndez. Es la historia de un joven recién egresado que se
enfrenta con la realidad del quehacer periodístico.
Sucede
que en la universidad no podían prepararlo para la primera vez que viera un
muerto, para los “favores” entre periodistas a cambio de información, ni para
lo que es realmente trabajar en un diario. Bajo la tutela de Faúndez, que lo
enfrenta sin miramientos a una cruda realidad, Fernández deberá aprender a
practicar –a hacer– el periodismo.
Cuando a
Alfonso le publican su primera noticia aprieta el diario que la contiene con
sus sudorosas manos. La tinta del diario se deshace y mancha sus manos. Frente
al espejo del baño Fernández se pasa las manos por la cara, se empapa de tinta
negra. Es el momento de la novela en que Alfonso decide que, a pesar de que él
quería la sección de espectáculos y no la sección policial, ha de darlo todo
por la crónica roja. No se empapa con tinta, se empapa de periodismo, está
decidiendo que quiere ver sus palabras con la tinta roja de los titulares de El
clamor porque no le basta con la tinta negra.
En cierta
forma, la novela del periodista chileno es una guía para los estudiantes de
periodismo y un llamado a la realidad a aquellos que idealizan esta carrera. Es
una guía que dice que no hay manual que funcione, que el periodismo se aprende
haciendo periodismo.
La novela,
concluyo, es un llamado a la realidad a los que idealizan el periodismo y un
llamado a soñar en grande a los que quieren estudiarlo. A soñar con muertos,
titulares, editores y con todo lo que acarrea consigo el mundo editorial, pero
sobre todo a soñar con las calles, pues ahí es donde surgen las noticias.
bye
pd: esta "critica" la escribí para un control de lectura del broli.
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