Museo Hermitage - Diego Matínez, Josefina Guilisasti y Franciso Uzabeaga |
Una mano, una figura humana que sale del clóset. Un camino de tela que se desplaza como haciendo sonar un violín. La mano arrugada de una anciana enferma, sujeta con firmeza a su colcha. No es ninguna anciana, es el andrógino David Bowie. Evoca la película El laberinto del fauno, en particular al monstruo que tienes los ojos en las palmas. Eso, mirado detenidamente, permite que el recuerdo de los ojos de las marionetas de Coraline, botones cosidos, medie la forma en que entendemos el peinado canoso del cantante.
Look up here, I’m in heaven Mira aquí, estoy en el cielo
Esta primera línea de la canción resultó profética para los que alcanzaron a escuchar el tema antes de la muerte del cantante. Ya establecía un mensaje póstumo, un acompañamiento, una muestra de gratitud hacia los fans.
I’ve got scars that can’t be seen Tengo cicatrices que no se pueden ver
I’ve got drama, can’t be stolen Tengo drama, no puede ser robado
Everybody knows me now Todos me conocen ahora
Look up here, man, I’m in danger Mira aquí, estoy en peligro
La mano mortecina de la figura humanoide surge desde bajo de la cama, acercándose mientras Bowie se eleva para evitar el contacto, al tiempo que dice estar en peligro.
I’ve got nothing left to lose No tengo nada que perder
I’m so high it makes my brain whirl Estoy tan drogado que mi cerebro da vueltas
La cámara va girando lentamente, como flotando alrededor del británico.
Dropped my cell phone down below Solté mi cellular hacia abajo
Finalmente, el cuadro se invierte, ahora Bowie parece colgar del techo de la imagen. Comprobamos que la figura enfermiza no está del otro lado de la cama, mientras espasmódicamente trata de levantarse de la camilla.
Ain’t that just like me ¿No es como yo?
Cambio de plano. El rostro de Bowie en un ajustado traje de baile oscuro, con mirada fija, canta mirando la pantalla.
By the time I got to New York Para el tiempo que llegué a New York
Como alguien que ha recibido tratamiento de quimioterapia, Bowie carece de cejas, pero no le quita expresión a su enérgico canto.
I was living like a king Vivía como un rey
Baila, apreciamos las rayas diagonales que zurcan su traje. Evoca la contraportada de Station to station, lanzado en 1976. De fondo el armario que abría el vídeo, sus movimientos son limitados, casi dolorosos. Cambio, plano en picada, de vuelta a los ojos vendados sobre la camilla. Espasmos. Vivía como un rey, cuando llegó a New York, hace 25 años.
Then I used up all my money Entonces usé todo mi dinero
Baila, se lleva las manos al rostro para alejarlas y poder mirarlas, dejándolas fuera de cámara. No podemos ver el gesto. En su rostro hay una mezcla de asco, rabia y vergüenza.
I was looking for your ass Estaba buscando tu trasero
Sobre la camilla extiende sus brazos en un gesto demostrativo de libertad, mientras negocia con la muerte el modo de ser libre.
This way or no way De esta forma o de ninguna
You know, I’ll be free Tú sabes, seré libre
Toma una pluma, va a comenzar a escribir pero antes se horroriza de sus pensamientos y me muerde las uñas mientras duda.
Just like that bluebird Como ese azulejo (pájaro azul)
Se inclina a escribir. Desde la cama responde a una figura ausente.
Now ain’t that just like me Ahora no son tanto como yo
Oh I’ll be free Oh, seré libre
Escribe, para. A sus pies, la criatura que salió del clóset lo señala sin interrrumpirlo.
Just like that bluebird como ese azulejo
Piensa, escribe. Dibuja el símbolo de la kabbalah El árbol de la vida, que encierra en su simbolismo los misterios de la creación divina. Todos los significados se cruzan, todos los significados son uno.
Oh I’ll be free oh, seré libre
En la cama alcanza una especie de trance entre los espasmos, una catarsis.
Ain’t that just like me ¿no es así como soy?
Baila mientras la música, cada vez más eléctrica, lo acompaña mientras se resguarda al interior del armario que abría el videoclip.
Entonces, el artista desaparece. No hay nada que ver en los pasillos del hospital en que yacía y el video termina.
Como en la pintura El museo Hermitage, donde el gran museo de artes visuales ruso ha sido vaciado de sus cuadros, solo quedan los marcos para advertir a los caminantes que antes hubo algo que valía la pena ser visto.
¿Es Lazarus acaso una intención manifiesta de Bowie de sobreponerse al cáncer y vivir de una forma que valga la libertad que profesa? ¿Por qué sino elegir el nombre del resucitado bíblico?
¿Es la cercanía de la muerte lo que permite dibujar cabalmente el árbol de los significados? ¿Tenemos que quedarnos con el Bowie que no puede seguir bailando o con el que se levanta como puede de la cama?
Como unidad de significado, Lazarus, la tercera canción del disco Blackstar, fue lanzado a modo de single el 17 de diciembre de 2015, y el video –que dura dos minutos menos que la canción- el 7 de enero de este año, sólo 3 días antes de la muerte del duque blanco.
Potente canción sobre el sentido de la resilencia que manifiestan los enfermos, “este camino o ninguno” es una frase que construye en sí misma un monumento a la dignidad de los pacientes. La melancolía de las tormentas a las que nos somete el saxofón remece la misma cámara del vídeo, que gira buscando un sentido inconcluso, abierto.
Cerrar la canción anunciando “¿No es así como soy?” muestra una vez más la soberana voluntad del compositor, resistiéndose a dejar de ser artista incluso en la peor de las agonías, ocultándole a su equipo de trabajo el cáncer en sus entrañas lo más posible, legando a sus fans un epitafio sonoro que además de despedida en vida, era un desafío a la muerte; sabido era que tenía montones de planes alternativos a morir a los días de cumplir los 69 años.
A dos días de que el disco fuera lanzado precisamente en el último cumpleaños de David Robert Jones –Bowie- muy poca gente había escuchado todo el disco. Solo dos singles habían sido liberados, siendo Lazarus el último de ellos. Entonces el mundo comprendió que el multifacético artista guardo en secreto su enfermedad, y preparo su disco número 25 para despedirse. Todas las canciones del disco rondan el tema de la muerte en sus letras, el rechazo, el dolor. La influencia del jazz comunica las notas amargas de una despedida forzada. Pero Bowie no es así. Nunca ha sido el derrotado, no es como se va a despedir.
Como en la pintura El museo Hermitage, donde el gran museo de artes visuales ruso ha sido vaciado de sus cuadros, solo quedan los marcos para advertir a los caminantes que antes hubo algo que valía la pena ser visto.
¿Es Lazarus acaso una intención manifiesta de Bowie de sobreponerse al cáncer y vivir de una forma que valga la libertad que profesa? ¿Por qué sino elegir el nombre del resucitado bíblico?
¿Es la cercanía de la muerte lo que permite dibujar cabalmente el árbol de los significados? ¿Tenemos que quedarnos con el Bowie que no puede seguir bailando o con el que se levanta como puede de la cama?
Como unidad de significado, Lazarus, la tercera canción del disco Blackstar, fue lanzado a modo de single el 17 de diciembre de 2015, y el video –que dura dos minutos menos que la canción- el 7 de enero de este año, sólo 3 días antes de la muerte del duque blanco.
Potente canción sobre el sentido de la resilencia que manifiestan los enfermos, “este camino o ninguno” es una frase que construye en sí misma un monumento a la dignidad de los pacientes. La melancolía de las tormentas a las que nos somete el saxofón remece la misma cámara del vídeo, que gira buscando un sentido inconcluso, abierto.
Cerrar la canción anunciando “¿No es así como soy?” muestra una vez más la soberana voluntad del compositor, resistiéndose a dejar de ser artista incluso en la peor de las agonías, ocultándole a su equipo de trabajo el cáncer en sus entrañas lo más posible, legando a sus fans un epitafio sonoro que además de despedida en vida, era un desafío a la muerte; sabido era que tenía montones de planes alternativos a morir a los días de cumplir los 69 años.
A dos días de que el disco fuera lanzado precisamente en el último cumpleaños de David Robert Jones –Bowie- muy poca gente había escuchado todo el disco. Solo dos singles habían sido liberados, siendo Lazarus el último de ellos. Entonces el mundo comprendió que el multifacético artista guardo en secreto su enfermedad, y preparo su disco número 25 para despedirse. Todas las canciones del disco rondan el tema de la muerte en sus letras, el rechazo, el dolor. La influencia del jazz comunica las notas amargas de una despedida forzada. Pero Bowie no es así. Nunca ha sido el derrotado, no es como se va a despedir.
No, Bowie se despide lanzando el video de Lazarus un día antes de cumpleaños, un día antes de lanzar todo el disco, alcanzando el top40 por primera vez en décadas, juntando 38.971.492 de vistas en Youtube en solo 11 meses.
Como Lázaro, muere para vivir.
Como Lázaro, muere para vivir.
bye
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