Estoy en un hogar de ancianos, funciona como hogar de ancianos, pero de alguna manera estamos otro niño y yo, yo también soy un niño, creo que es mí amigo, jugamos juntos. Tengo que escapar, tengo que salir de aquí, no sé porqué pero tengo que salir, tengo que salir. El hogar es gigante, pareciera no tener limites, aun cuando esta rodeado de un muro. Como siempre me dan asco los viejos, me dan asco sus enfermedades, quiero salir de aquí, ¿puede un niño saltar ese muro? me acerco, pero pareciera alejarse: así nunca lo voy a poder saltar. Camino, busco. Hay ancianos en sillas de ruedas, me hablan, algo me dicen sobre una celebración que hay hoy en el hogar, no quiero saber, no les quiero hablar, no quiero estar ahí. Este niño me dice algo de una salida, no confío en él pero lo sigo ¿qué tan amigos somos?, llegamos, después de mucho caminar, a una parte donde no hay muro, donde hay una salida que ni siquiera tiene reja. Está mi familia ahí. Conversamos. Quiero estar dentro, no me quiero ...
últimamente esto se trata de la vida misma, sin reparos en las consecuencias, escribiéndola tal cual