Cansado de mirar los trenes pasar asciendo.
La tarde se me hace noche, las nubes se me hacen agua, las estrellas invisibles, el semáforo se torna rojo, los charcos espejos.
Llueve. Llueve y el semáforo no me da la pasada.
La pizzeria de la esquina es un punto de luz, a su derecha el San Cristóbal disuelve su silueta obscura en las nubes negras.
Un paradero casi vacio, llueve suavecito, casi garugando, y las gotas gruesas que salpican mi pelo vienen de las cornisas, sinónimo de agua sucia, me hago a un lado esquivando una gran poza lodosa en medio de la acera.
Tengo un pedazo de pan en mi bolsillo, busco un quiltro callejero para dárselo, pero están ocultos a la lluvia, esa que me está purificando.
Un ciber y centro de llamadas, verde, amplio. Un pub en la esquina reemplaza a otro pub que se hizo mala fama.
El estrecho y cálido café del Cine Arte Alameda, el hall del mismo, leo la cartelera sostengo la puerta. Me voy, dentro quedan una pareja y un beso.
Esquivo autos, le sostengo la mirada a los conductores, más que a ellos es un desafío a los semáforos.
Cruzo una calle estrecha, oscura, mojada, con charcos multicolores nacidos del agua y del aceite, porque con el agua se le salen los aceites a Santiago, se descorre su maquillaje de travesti.
Llevo el mp4 en cuarenta, recién entiendo eso de “sonido envolvente”, sonido que aísla, no oigo ni mis pasos, esos que paso a paso me separan, tejen mi crisálida, levantan mi muro. Le sonrió al cielo, a las nubes, al agua y a la mierda de perro mojada que alcanzo a esquivar.
Es tanta mi tristeza que quiero mi primer cigarro en meses, quiero prender uno y que se inmole conmigo, iluminar así este edificio hecho cenizas, como la UP, iluminar la sombra que proyecta en la vereda que lo colinda; iluminarle la cara al rapero que viene en sentido contrario, que pasa sin mirarme.
Cerro, pasto oscuro, húmedo, sin parejas, sin gente viendo su vida pasar en los ojos de los que tratan de hacer algo.
La placita que está al lado del Santa Lucia no puede ser más jodida: hay una barrera de contención que no deja atravesar Miraflores y uno tiene que darse una vuelta idiota para cruzar, pudiendo haber un cruce ahí mismo. Igual aprovecho la vuelta para mirar al plaza, mirarla de verdad, con ese árbol gigante al centro y que parece el vórtice donde la plaza toda converge.
La pantalla gigante de la esquina no se entiende, no es que el agua distorsione la imagen, es una proyección sin sentido de algo que no quiere ser abstracto.
Quiero un helado de maquina, cono grande de $500, sabor chocolate, para nivelar mi cuerpo con el frío y levantar el espíritu, así que no me distraigo mirando vitrinas y llego al Paradise.
La maquina está apagada, ni siquiera conos pequeños que llenar a la vista, no se venden helados por la lluvia, la vida entera se para con el agua celestial, igual que cuando juega la roja, solo que entonces si hay consuelos de pobre en barquillos de $500.
Compro una lata de gaseosa naranja, la bebo rápido en el paradero que está justo afuera, justo después de unos metros cantando bajo la lluvia.
Pienso en la micro y el metro. Desciendo en Ahumada con la Alameda, paso por el lado de la gente, paso por el lado del cartel de “cuidado alta tensión” continuo por el caminito estrecho paralelo a la vía, no sigo derecho, no sé donde estoy.
Hay una luz al final del túnel, pero sólo es un túnel dentro de un túnel, un túnel de luz.
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Bueno vero, ahí esta.
A mi me gustó. No sé, no sé. Pensaba en escribir mientras hacía el recorrido, después de todo escribiendo conocí a la chica*, pero no muy en serio, y al día siguiente iba en la micro, viendo la lluvia, me acordé de Bisama y que "Santiago es un travesti" y de Contreras (Roberto a secas, pero Contreras para el que no sabe, o simplemente profe) con "un túnel dentro de un túnel" (véase Siberia) y empece a hilar algo, cuando llege al cole escribí como enviciado, rápido para no peder la inspiración.
Y en el talller me hicieron cambiar algunas cosas, palabras, una que otra linea que sin algo no se entendía, etc. Y me costó acceder porque tenía toda una carga emocional al escribirlo y era lo que es por lo mismo, así que me parecía incorrecto cambiarlo, pero ahí Roberto se anduvo enojando y me dijo que uno estaba en un taller para eso, para atender a los consejos, y a muy duras penas cambié una linea sobre la placita... que nos demoró un poco al grupo-taller. Pero supongo que es verdad eso de que uno escribe con una emoción pero después de eso ya no es lo mismo, es algo editable, deja de ser de uno, pasa a ser de los lectores, y ellos tienen derechos, merecen explicaciones, sacar ciertas cosas, agregar otras.
Y el que no entiende algo que haga el viajecito a pie desde plaza Baquedano al paseo Ahumada. Aunque... creo que como estás en arge no podrás verlo :)
viste? te obligo a volver.
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*(bueno, perdona por internalizar tanto en mi cabeza a alguien que apenas conozco, pero asi soy)
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Posiblemente una continuación de éste cuento sea: The sound of the streets
bye
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Posiblemente una continuación de éste cuento sea: The sound of the streets
bye
Comentarios
Obligarme a volver, eso es cruel de tu parte!
Me gusta... si, tiene sentimiento.
Ya casi llega el invierno.
Aca, por mi lado, el tiempo va lento, parece que se ha tomado vacaciones.
Me dieron ganas de hablar con vos.
Exitos Escritor!
Santiago no alcanza a ser travesti, yo lo veo más bien como una mina agrandada, así como las pokemonas.
[yo y mis comparaciones xd]
saludos Camilo
me caes bien bien =)
bye
Bueno que hayas editado tu texto, mas que por hacer caso a las criticas, para desapegarte de tu trabajillo.
Que estes muy bien
Saludos desde la red !
Victor