Crónica que cuenta el nacimiento del proyecto literario en que estoy paticipando:
Mayo. Dos amigos fuman en un rincón de la Universidad de Santiago. Esa noche la conversación gira en torno al estancamiento al que han llegado en el avance de las novelas que están escribiendo. Surge una idea: desafiarse a escribir un tramo de la historia y citarse una semana después para dar cuenta del avance. El compromiso se sella de palabra, ha nacido lo que se llamaría Grupo de Apoyo Literario Santa Sherwood.
El mayor prefiere ser llamado Waiwenad. Es licenciado en Literatura Hispánica en la Universidad de Chile. Es guardia nocturno en una empresa de tecnología. Nació en Chiloé, creció en Castro, llegó a Santiago a estudiar Literatura Inglesa pero el tiempo le cambió los planes.
El menor prefiere ser llamado Jesús Infante. Estudia periodismo, trabaja de empaque. Nacido y criado en Santiago, ha participado en varios talleres literarios. Lleva un tiempo conversando con sus compañeros de carrera sobre publicar una revista literaria. Casi un año de conversaciones sin ver los frutos.
Saben que el tiempo –y las oportunidades- están pasando mientras fuman esa noche. Cuando se separan, van con la misión de convencer a más personas de unirse al ejercicio literario de mostrar un avance de un texto para la próxima sesión, esperando ver la versión final del escrito en la sesión subsiguiente. Durante la semana se suman Eli Tiraferri y Danae.
El ánimo festivo de darle vida al proyecto de la revista literaria los motiva a juntarse con un asado. Se suman Monkey Cristiánt y Daniels Destroyed, quienes prometen mostrar textos en la siguiente sesión.
La celebración incluye lecturas entre medio de carnes y cervezas. Llegan a un acuerdo como grupo: el primer número que publiquen incluirá solo a los presentes, pero a partir del segundo número invitarán a más escritores a sumar sus textos a la publicación. El financiamiento será preocupación de más adelante, primero reunirán los textos editados, les darán un formato que a todos les guste y, recién con la “maqueta” de la publicación lista, buscarán la forma de financiar la impresión y distribución. De momento el asado les da la idea de hacer venta de choripanes en las fiestas universitarias.
Pasa un mes, Waiwenad debe volver a Chiloé. El resto del equipo se junta en la casa de Jesús Infante y le da una revisión generalizada a los textos que han escrito. El siguiente mes será de discusiones sobre el formato que tendrá la revista, la cantidad de páginas, los costes de impresión, etc. Daniel Destroyed contacta al ilustrador español Cacamut, que ha establecido su residencia en Valparaíso. Con el área gráfica cubierta la revista está lista, solo el financiamiento frena que el público la conozca. Inspirados por la idea de la muerte festiva que impera en Latinoamérica y el ambiente de carnaval que se vive en el patio de la Escuela de Periodismo, conocido por los estudiantes como el Bosque de Sherwood, en clara alusión al bosque en que desarrolla sus aventuras el inglés Robin Hood; deciden nombrar la publicación Santa Sherwood. Sin embargo, se toman otro mes para revisar el boceto de punta a punta.
Es entonces que el Centro de Estudiantes de Periodismo (CEP) lanza una convocatoria a concurso de fondos públicos, para proyectos de tipo cultural, periodístico y deportivo. El Grupo de Apoyo Literario Santa Sherwood ve en esta convocatoria una oportunidad para conseguir financiamiento que, si bien puede retrasar la publicación de la revista, también puede darle mayor difusión y validación al trabajo realizado. Es así que, superado los cuestionamientos sobre la inicial idea de ser autogestionados, enfrentados al financiamiento por fondos, deciden postular. El proyecto establece una convocatoria abierta a los estudiantes de periodismo, o incluso a toda la universidad en caso de que no se llenen las vacantes; además de un cóctel con motivo del lanzamiento de la publicación, que será fijado para el 10 de diciembre del 2015.
Waiwenad recuerda así este momento: “Hubo un antes y un después en la postulación a los fondos. La noche que hablé con mi amigo de revivir la idea la revista, la vimos como un mero medio para automotivarnos a escribir. Incluso cuando nos juntamos con los demás a leernos por primera vez pensábamos en un par de números para distribuir entre amigos, y luego que cada uno siga su camino. El tiempo siguió su cauce. Poco a poco íbamos dando forma a la estructura, un par de ideas más surgieron. Y sin embargo algo nos estancaba. Era eso que mantiene al mundo dando vueltas en círculos: el dinero. Estábamos cerca de septiembre y ya íbamos a organizar unas choripanadas para financiarnos hasta que mi amigo me envío un link con el llamado a participar en los fondos con el siguiente mensaje "a veces las cosas toman sentido". Y no fue para menos. Con eso en mente cambiaron nuestros objetivos. Ya no sería para nosotros, el grupo de amigos; sería para nosotros, todos los escritores emergentes que buscan un espacio de creación popular.”
Después de dos semanas de cerrado el plazo de postulación son llamados por Camila Herrera, presidenta del Centro de Estudiantes, para explicar puntos del proyecto y afinar detalles. La reunión se da en un clima ameno en las dependencias del CEP. Deben enviar una actualización del proyecto antes de que acabe octubre, o no tendrán tiempo para realizar la convocatoria y la edición del segundo número antes de que llegue la fecha estipulada para el lanzamiento.
La segunda semana de noviembre la página de Facebook de la Revista Santa Sherwood se da a conocer al público general, con una invitación abierta a enviar textos en las categorías de cuento, poesía y novela. Debido a la fecha en que se dan los resultados de la postulación solo pueden extender la convocatoria durante un periodo de dos semanas, en los cuales debieron invitar boca a boca a muchos de los escritores que se sumaron para el segundo ejemplar, además de pegar afiches en la universidad.
“Fue una sorpresa grata revisar el correo cuando cerró la convocatoria y descubrir que no conocíamos a todos las personas que enviaron aportes. En ese sentido la convocatoria fue un éxito, porque recibimos muchos escritos que teníamos que revisar y seleccionar en poco más de una semana. Fue una locura.” -declara Jesús Infante, refiriéndose a los 23 escritos de doce diferentes autores que recibieron como aportes para el segundo número.
Durante este proceso una de las decisiones más difíciles fue aumentar el número de páginas de la publicación en el segundo número, pues podía afectar todo el presupuesto. Sin embargo, la calidad del material recibido les facilitó la decisión, Eli Tiraferri dice al respecto: “Lo que más me gustó fue el tema de la edición, porque fue ver las distintas creatividades de quienes nos aportaban. No estábamos solamente nosotros pensando en escribir y publicar, sino que habían varios con escritos guardados que no podían ver la luz. Fue nutritivo ver las mentes de otras personas plasmadas en sus textos”
Como estrategia de difusión generan un concurso online, la gente debe compartir una imagen que invita al lanzamiento de la revista, pudiendo participar por ejemplares del número 1 y 2 de la misma, e incluso por un pack de ambos ejemplares. Esto les permite aumentar las visualizaciones de la página de Facebook, además de invitar gente al evento sin necesidad de gastar tanto tiempo ni recursos en la promoción. Las casi dos mil personas alcanzadas por la publicación dan cuenta del alcance que la promoción online le permite alcanzar a un proyecto naciente.
Llegado el 10 de diciembre, el salón de la Escuela de Arquitectura de la Usach, conocido como La Mano, es el lugar que recibe a los más de cincuenta asistentes al lanzamiento de la revista. Después de una presentación que resumía el sentir de las primeras dos editoriales de la revista, los integrantes del proyecto leyeron sus textos. Luego, el músico uruguayo Agustin Gallardo hizo una muestra de improvisación en violonchelo, deleitando a los espectadores con reflexivas notas. La segunda ronda de lecturas dio cabida a los escritores que se sumaron en la segunda edición.
“Destacaría el proceso cuando la gente leyó –dice Daniel Destroyed- porque me parece interesante conocer a compañeros que no conocía hasta entonces. También, cuando El Jar y El Gran Ocazo se subieron a leer y agradecieron la iniciativa, porque me parece que expresan el sentimiento de mucha gente que había estado en años anteriores en la carrera y no había visto iniciativas como la que lanzamos.”
Con una evaluación positiva de los avances del proyecto, en estos momentos el Grupo de Apoyo Literario Santa Sherwood se encuentra imprimiendo los ejemplares del tercer número de la revista, que será lanzado a finales de agosto.
Mayo. Dos amigos fuman en un rincón de la Universidad de Santiago. Esa noche la conversación gira en torno al estancamiento al que han llegado en el avance de las novelas que están escribiendo. Surge una idea: desafiarse a escribir un tramo de la historia y citarse una semana después para dar cuenta del avance. El compromiso se sella de palabra, ha nacido lo que se llamaría Grupo de Apoyo Literario Santa Sherwood.
El mayor prefiere ser llamado Waiwenad. Es licenciado en Literatura Hispánica en la Universidad de Chile. Es guardia nocturno en una empresa de tecnología. Nació en Chiloé, creció en Castro, llegó a Santiago a estudiar Literatura Inglesa pero el tiempo le cambió los planes.
El menor prefiere ser llamado Jesús Infante. Estudia periodismo, trabaja de empaque. Nacido y criado en Santiago, ha participado en varios talleres literarios. Lleva un tiempo conversando con sus compañeros de carrera sobre publicar una revista literaria. Casi un año de conversaciones sin ver los frutos.
Saben que el tiempo –y las oportunidades- están pasando mientras fuman esa noche. Cuando se separan, van con la misión de convencer a más personas de unirse al ejercicio literario de mostrar un avance de un texto para la próxima sesión, esperando ver la versión final del escrito en la sesión subsiguiente. Durante la semana se suman Eli Tiraferri y Danae.
El ánimo festivo de darle vida al proyecto de la revista literaria los motiva a juntarse con un asado. Se suman Monkey Cristiánt y Daniels Destroyed, quienes prometen mostrar textos en la siguiente sesión.
La celebración incluye lecturas entre medio de carnes y cervezas. Llegan a un acuerdo como grupo: el primer número que publiquen incluirá solo a los presentes, pero a partir del segundo número invitarán a más escritores a sumar sus textos a la publicación. El financiamiento será preocupación de más adelante, primero reunirán los textos editados, les darán un formato que a todos les guste y, recién con la “maqueta” de la publicación lista, buscarán la forma de financiar la impresión y distribución. De momento el asado les da la idea de hacer venta de choripanes en las fiestas universitarias.
Pasa un mes, Waiwenad debe volver a Chiloé. El resto del equipo se junta en la casa de Jesús Infante y le da una revisión generalizada a los textos que han escrito. El siguiente mes será de discusiones sobre el formato que tendrá la revista, la cantidad de páginas, los costes de impresión, etc. Daniel Destroyed contacta al ilustrador español Cacamut, que ha establecido su residencia en Valparaíso. Con el área gráfica cubierta la revista está lista, solo el financiamiento frena que el público la conozca. Inspirados por la idea de la muerte festiva que impera en Latinoamérica y el ambiente de carnaval que se vive en el patio de la Escuela de Periodismo, conocido por los estudiantes como el Bosque de Sherwood, en clara alusión al bosque en que desarrolla sus aventuras el inglés Robin Hood; deciden nombrar la publicación Santa Sherwood. Sin embargo, se toman otro mes para revisar el boceto de punta a punta.
Es entonces que el Centro de Estudiantes de Periodismo (CEP) lanza una convocatoria a concurso de fondos públicos, para proyectos de tipo cultural, periodístico y deportivo. El Grupo de Apoyo Literario Santa Sherwood ve en esta convocatoria una oportunidad para conseguir financiamiento que, si bien puede retrasar la publicación de la revista, también puede darle mayor difusión y validación al trabajo realizado. Es así que, superado los cuestionamientos sobre la inicial idea de ser autogestionados, enfrentados al financiamiento por fondos, deciden postular. El proyecto establece una convocatoria abierta a los estudiantes de periodismo, o incluso a toda la universidad en caso de que no se llenen las vacantes; además de un cóctel con motivo del lanzamiento de la publicación, que será fijado para el 10 de diciembre del 2015.
Waiwenad recuerda así este momento: “Hubo un antes y un después en la postulación a los fondos. La noche que hablé con mi amigo de revivir la idea la revista, la vimos como un mero medio para automotivarnos a escribir. Incluso cuando nos juntamos con los demás a leernos por primera vez pensábamos en un par de números para distribuir entre amigos, y luego que cada uno siga su camino. El tiempo siguió su cauce. Poco a poco íbamos dando forma a la estructura, un par de ideas más surgieron. Y sin embargo algo nos estancaba. Era eso que mantiene al mundo dando vueltas en círculos: el dinero. Estábamos cerca de septiembre y ya íbamos a organizar unas choripanadas para financiarnos hasta que mi amigo me envío un link con el llamado a participar en los fondos con el siguiente mensaje "a veces las cosas toman sentido". Y no fue para menos. Con eso en mente cambiaron nuestros objetivos. Ya no sería para nosotros, el grupo de amigos; sería para nosotros, todos los escritores emergentes que buscan un espacio de creación popular.”
Después de dos semanas de cerrado el plazo de postulación son llamados por Camila Herrera, presidenta del Centro de Estudiantes, para explicar puntos del proyecto y afinar detalles. La reunión se da en un clima ameno en las dependencias del CEP. Deben enviar una actualización del proyecto antes de que acabe octubre, o no tendrán tiempo para realizar la convocatoria y la edición del segundo número antes de que llegue la fecha estipulada para el lanzamiento.
La segunda semana de noviembre la página de Facebook de la Revista Santa Sherwood se da a conocer al público general, con una invitación abierta a enviar textos en las categorías de cuento, poesía y novela. Debido a la fecha en que se dan los resultados de la postulación solo pueden extender la convocatoria durante un periodo de dos semanas, en los cuales debieron invitar boca a boca a muchos de los escritores que se sumaron para el segundo ejemplar, además de pegar afiches en la universidad.
“Fue una sorpresa grata revisar el correo cuando cerró la convocatoria y descubrir que no conocíamos a todos las personas que enviaron aportes. En ese sentido la convocatoria fue un éxito, porque recibimos muchos escritos que teníamos que revisar y seleccionar en poco más de una semana. Fue una locura.” -declara Jesús Infante, refiriéndose a los 23 escritos de doce diferentes autores que recibieron como aportes para el segundo número.
Durante este proceso una de las decisiones más difíciles fue aumentar el número de páginas de la publicación en el segundo número, pues podía afectar todo el presupuesto. Sin embargo, la calidad del material recibido les facilitó la decisión, Eli Tiraferri dice al respecto: “Lo que más me gustó fue el tema de la edición, porque fue ver las distintas creatividades de quienes nos aportaban. No estábamos solamente nosotros pensando en escribir y publicar, sino que habían varios con escritos guardados que no podían ver la luz. Fue nutritivo ver las mentes de otras personas plasmadas en sus textos”
Como estrategia de difusión generan un concurso online, la gente debe compartir una imagen que invita al lanzamiento de la revista, pudiendo participar por ejemplares del número 1 y 2 de la misma, e incluso por un pack de ambos ejemplares. Esto les permite aumentar las visualizaciones de la página de Facebook, además de invitar gente al evento sin necesidad de gastar tanto tiempo ni recursos en la promoción. Las casi dos mil personas alcanzadas por la publicación dan cuenta del alcance que la promoción online le permite alcanzar a un proyecto naciente.
Llegado el 10 de diciembre, el salón de la Escuela de Arquitectura de la Usach, conocido como La Mano, es el lugar que recibe a los más de cincuenta asistentes al lanzamiento de la revista. Después de una presentación que resumía el sentir de las primeras dos editoriales de la revista, los integrantes del proyecto leyeron sus textos. Luego, el músico uruguayo Agustin Gallardo hizo una muestra de improvisación en violonchelo, deleitando a los espectadores con reflexivas notas. La segunda ronda de lecturas dio cabida a los escritores que se sumaron en la segunda edición.
“Destacaría el proceso cuando la gente leyó –dice Daniel Destroyed- porque me parece interesante conocer a compañeros que no conocía hasta entonces. También, cuando El Jar y El Gran Ocazo se subieron a leer y agradecieron la iniciativa, porque me parece que expresan el sentimiento de mucha gente que había estado en años anteriores en la carrera y no había visto iniciativas como la que lanzamos.”
Con una evaluación positiva de los avances del proyecto, en estos momentos el Grupo de Apoyo Literario Santa Sherwood se encuentra imprimiendo los ejemplares del tercer número de la revista, que será lanzado a finales de agosto.
bye
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