Es difícil escribir sobre la derrota.
Todos queremos contar nuestras batallas ganadas, pero nuestras derrotas preferimos guardarlas en secreto. Contarlas pocas veces.
Por eso quiero escribirlo.
Para dejarlo atrás, focalizarme en otra cosa.
Perdimos la elección del centro de alumnos.
El asunto duele por diferentes razones.
Perdí contra mi pasado, que postulaba a la presidencia por otra de las listas.
Perdí la oportunidad de contribuir a mi grupo político con un centro de estudiantes.
Perdí la oportunidad de tener más relevancia en el ampliado.
La oportunidad de faltar a clases con justificación.
De acercarme más a los cambios que quiero hacer.
De crecer como líder.
Aunque en realidad aprendí un montón sobre el liderazgo.
Y eso es lo bueno de equivocarse.
Perdimos porque nos confiamos.
Porque los votos estaban amarrados en el amiguismo, y no fuimos capaces de preverlo.
Porque nos atrasamos con la propaganda y no le tomamos el peso.
Porque no creímos que iba a votar tanta gente.
Porque no hicimos un trabajo político, no conversamos largamente con los votantes que no conocíamos, nos quedamos en la zona de confort de nuestros amigos.
Porque no hicimos bien la pega, a pesar de tener el medio programa.
Porque nos ganó la flojera alguna tarde y alguna otra.
Porque otro podía hacer la pega, otro podía revisarlo.
Porque podía esperar. Total.
¡Que confiados que fuimos!
Perdimos porque no fue una elección que se ganara por las mejores ideas, sino por cuántos amigos tienes.
Por cuánto disimulas tu discurso político.
Qué tan bien sabes ser lo que no eres.
Y no sabemos ser lo que no somos, no cambiamos el discurso y eso nos hace ser de pocos amigos.
Perdimos porque somos pobres.
Y no lo asumimos con tiempo.
Porque teníamos la cabeza en otra parte.
En el proyecto. No en difundir el proyecto.
En proteger, no en sumar.
Perdimos porque de ganar sabemos poco.
Porque es nuestro primer intento.
Porque no solo de amor se vive
y la falta de iniciativa no imprime panfletos.
Perdimos porque la máquina es grande.
La dejadez es grande, la tranquilidad es grande.
Y nuestros corazones, si bien más grandes, son inexpertos.
Perdimos, perdimos, perdimos, perdimos.
Tenemos un año para repetírnoslo.
Un año para soñarlo mejor, más mejor.
Para hacer el trabajo, para juntar la plata, para sumar la gente.
Para tomar la iniciativa.
Y dejar que la iniciativa nos tome.
Y focalizarnos en algo más grande.
Y dejar de escribir sobre la derrota.
Y empezar a escribir otra historia.
Porque lo más importante del programa es pega de la victoria que tenemos.
Y hay que ponerle hasta los cachos pa dejarlos hasta las cachas.
Y demostrar
que periodismo no está perdido
Y unir
a tantx cabritx perdidx.
Y recordar
que unidos prevaleceremos.
Todos queremos contar nuestras batallas ganadas, pero nuestras derrotas preferimos guardarlas en secreto. Contarlas pocas veces.
Por eso quiero escribirlo.
Para dejarlo atrás, focalizarme en otra cosa.
Perdimos la elección del centro de alumnos.
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El asunto duele por diferentes razones.
Perdí contra mi pasado, que postulaba a la presidencia por otra de las listas.
Perdí la oportunidad de contribuir a mi grupo político con un centro de estudiantes.
Perdí la oportunidad de tener más relevancia en el ampliado.
La oportunidad de faltar a clases con justificación.
De acercarme más a los cambios que quiero hacer.
De crecer como líder.
Aunque en realidad aprendí un montón sobre el liderazgo.
Y eso es lo bueno de equivocarse.
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Perdimos porque nos confiamos.
Porque los votos estaban amarrados en el amiguismo, y no fuimos capaces de preverlo.
Porque nos atrasamos con la propaganda y no le tomamos el peso.
Porque no creímos que iba a votar tanta gente.
Porque no hicimos un trabajo político, no conversamos largamente con los votantes que no conocíamos, nos quedamos en la zona de confort de nuestros amigos.
Porque no hicimos bien la pega, a pesar de tener el medio programa.
Porque nos ganó la flojera alguna tarde y alguna otra.
Porque otro podía hacer la pega, otro podía revisarlo.
Porque podía esperar. Total.
¡Que confiados que fuimos!
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Perdimos porque no fue una elección que se ganara por las mejores ideas, sino por cuántos amigos tienes.
Por cuánto disimulas tu discurso político.
Qué tan bien sabes ser lo que no eres.
Y no sabemos ser lo que no somos, no cambiamos el discurso y eso nos hace ser de pocos amigos.
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Perdimos porque somos pobres.
Y no lo asumimos con tiempo.
Porque teníamos la cabeza en otra parte.
En el proyecto. No en difundir el proyecto.
En proteger, no en sumar.
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Porque es nuestro primer intento.
Porque no solo de amor se vive
y la falta de iniciativa no imprime panfletos.
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Perdimos porque la máquina es grande.
La dejadez es grande, la tranquilidad es grande.
Y nuestros corazones, si bien más grandes, son inexpertos.
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Perdimos, perdimos, perdimos, perdimos.
Tenemos un año para repetírnoslo.
Un año para soñarlo mejor, más mejor.
Para hacer el trabajo, para juntar la plata, para sumar la gente.
Para tomar la iniciativa.
Y dejar que la iniciativa nos tome.
Y focalizarnos en algo más grande.
Y dejar de escribir sobre la derrota.
Y empezar a escribir otra historia.
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Perdimos y a pesar de eso ganamos.Porque lo más importante del programa es pega de la victoria que tenemos.
Y hay que ponerle hasta los cachos pa dejarlos hasta las cachas.
Y demostrar
que periodismo no está perdido
Y unir
a tantx cabritx perdidx.
Y recordar
que unidos prevaleceremos.
bye
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