"Quizás estoy mal acostumbrada", me dice.
Y yo la miro y no encuentro palabras para decirle que yo también estoy mal acostumbrado, pero de manera distinta a ella.
Ella está a acostumbrada a amores normales, yo no.
A que la mimen, a que la llamen, a que la celen.
Yo no, no estoy acostumbrado a ese tipo de cosas.
Menos ahora.
Y me dice que tiene que sacarme las cosas con tira buzones y yo me río.
Me río porque sé que es cierto.
Que no me nace, que si no me lo pide no lo hago.
Que si no me dice que la llame no la llamo.
Aunque quiero escuchar su voz, no me nace llamarla.
Tan de pendejos, es lo que se me ocurre cuando pienso en llamarla.
¿Pero no era esto del amor sobre ser cabros chicos?
¿A qué estoy jugando y dónde quedaron las reglas?
Siento que ya no sé como se hace.
Como se siente
Esto de estar en pareja.
Tanto que aprender y re-aprender y tanto que quiero que sea a mí manera.
Y, maldición, lo repito: tanto que aprender.
Ni siquiera estoy hablando de miedo, que también hay.
Estoy hablando de la no costumbre a esto.
De ya no saber cómo reaccionar.
Me mata todas las ganas de intentarlo es saber que me lo piden
Lo hago por obligación.
Y una parte de mí llama y es feliz al escuchar su voz, pero no necesito hacerlo todas las mañanas.
Una vez a la semana y ya fui feliz.
Si es que es un día de no verla.
Si es un día de verla entonces quedo saturado de su presencia desde la mañana.
(pero deseando tanto verla más al mismo tiempo)
Me cuesta expresar lo que siento.
Hoy fue un día donde dije hartas cosas y logré llevarla a un terreno donde me siento cómodo como para hablar tranquilo. O mimarla, como a mí me gusta.
Pero era un tira y afloja entre su estilo y el mío.
Al final tenía ganas de decirle te rindes o te vas.
Pero no lo diría.
Porque tengo tanto miedo a que se vaya.
A que se aburra de mis malas costumbres.
Y me deje.
Solo.
Y yo la miro y no encuentro palabras para decirle que yo también estoy mal acostumbrado, pero de manera distinta a ella.
Ella está a acostumbrada a amores normales, yo no.
A que la mimen, a que la llamen, a que la celen.
Yo no, no estoy acostumbrado a ese tipo de cosas.
Menos ahora.
Y me dice que tiene que sacarme las cosas con tira buzones y yo me río.
Me río porque sé que es cierto.
Que no me nace, que si no me lo pide no lo hago.
Que si no me dice que la llame no la llamo.
Aunque quiero escuchar su voz, no me nace llamarla.
Tan de pendejos, es lo que se me ocurre cuando pienso en llamarla.
¿Pero no era esto del amor sobre ser cabros chicos?
¿A qué estoy jugando y dónde quedaron las reglas?
Siento que ya no sé como se hace.
Como se siente
Esto de estar en pareja.
Tanto que aprender y re-aprender y tanto que quiero que sea a mí manera.
Y, maldición, lo repito: tanto que aprender.
Ni siquiera estoy hablando de miedo, que también hay.
Estoy hablando de la no costumbre a esto.
De ya no saber cómo reaccionar.
Me mata todas las ganas de intentarlo es saber que me lo piden
Lo hago por obligación.
Y una parte de mí llama y es feliz al escuchar su voz, pero no necesito hacerlo todas las mañanas.
Una vez a la semana y ya fui feliz.
Si es que es un día de no verla.
Si es un día de verla entonces quedo saturado de su presencia desde la mañana.
(pero deseando tanto verla más al mismo tiempo)
Me cuesta expresar lo que siento.
Hoy fue un día donde dije hartas cosas y logré llevarla a un terreno donde me siento cómodo como para hablar tranquilo. O mimarla, como a mí me gusta.
Pero era un tira y afloja entre su estilo y el mío.
Al final tenía ganas de decirle te rindes o te vas.
Pero no lo diría.
Porque tengo tanto miedo a que se vaya.
A que se aburra de mis malas costumbres.
Y me deje.
Solo.
bye
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